Aquel
hombre de ojos raros...
Aquel
hombre de ojos rojos y chaqueta azul venía...
Aquel hombre de ojos rojos y chaqueta azul venía
de muy lejos. Balbuceaba canciones por los
parques y solía
relatar historias aparentemente sin sentido. Sin
embargo,
parecía poseer un extraño entendimiento y saber
por qué algunos adolescentes lloran al
despertar, herido
el pecho por el resplandor de la mañana.
El
asesinato se produjo a mediodía, en plena calle
y bajo el sol...
El
asesinato se produjo a mediodía, en plena calle
y bajo el sol.
De la otra acera empezaron a disparar y caí en
redondo, tratando
de imaginar qué clase de pájaro saldría de mi
pecho cuando se acercara
un compañero para recibir mi último mensaje: que
el muchacho
que vendía periódicos en la esquina llegaría a
ser rey
en Nueva York.
Nancy
Flor bailará siempre...
Nancy
Flor bailará siempre
porque Johnny ya murió.
Un bribón le dio la muerte,
nadie sabe a dónde huyó.
Fue testigo un pistolero
rey en los bares de New York,
pasado luego a carcelero
contó la historia en un block.
Jim, Johnny y Nancy Flor
tres personajes de antología,
de apología,
extraña historia del terror.
Ella tenía los ojos grises,
Johnny pintaba flores de azahar,
Jim era dulce, un soñador.
Ella bailaba todas las noches,
Jim la soñaba en un bazar
rodeada de otros muñecos
que la adoraban por su candor.
Eran hermanos los dos adoradores de Nancy Flor.
Por la calle caminaban
los tres en silencio,
mas el corazón no calla, traidor.
Y Jim lo supo.
Daban las doce en el cuco.
Caía el sol en la acera
y Dulce Jim vio un gran amor
en las dos sombras de Johnny y Nancy Flor
unidas
a ras de tierra.
El dolor apenas quema
cuando nada queda en el hueco
de un antiguo corazón.
El asesino huyó de la justicia
pero le persigue el eco
de una loca ilusión
que con diabólica malicia
persiste en tener razón.
Una flor era Nancy para Jim,
mas una flor pintada antaño
por un solo enamorado
que no fue Jim, sino John.
|
Cerré
la puerta...
Cerré la puerta. Bajé las escaleras. Tropecé
con el sereno
y se rompió el silencio. Le supliqué con un
gesto que no lo dijera
y lo dijo: "Hoy no vienen, señorita; no les
toca ". Y aún no habia
vuelto yo la esquina oí como le iba con el
cuento al guarda de la
taberna: "Está loca esa chica. Cada día, a
las doce,
baja para abrir la puerta a los muertos".
Tuve que retener
a tío Jacobo que quería retarle a un duelo.
Tío Jacobo murió
antes del 36 y no estaba acostumbrado a la
mala educación de los
serenos para con las señoritas.
El
corazón de Charo flota sobre las aguas del
Delta...
El corazón de Charo flota sobre las aguas
del Delta como una flor endamascada.
Fue asesinada al amanecer. En los raíles del
tren
se han encontrado fragmentos del dietario de
su amor. Relatos
de luna llena, caligrafía imposible, Cristo
crucificado, ¿qué pasó?
Adamo guarda silencio en el Olimpia y las
monjas de Sagrado
Corazón cubren el cuerpo mutilado con flores
de azahar.
Qué historia más extraña la de algunas
colegialas.
Andando
el tiempo...
Andando el tiempo se verán las caras...
Andando el tiempo se verán las caras,
esos que gritan por las esquinas viva la
revolución.
Degeneramos, compañeros. Preguntad al
mozo de telégrafos si le gusta la
historia de Rossy Brown.
Rossy partió bajo la luna, una noche de
fiesta en casa de Míster Brown.
Un caballero la envolvió en su capa y a
sus sueños la llevó.
Regresó luego, triste y perdida, y a los
pies de la mamá sollozó:
Yo no sabía qué me decía aquella noche,
verbena de San Juan,
cuando dije estoy cansada y tengo sueño,
mañana ya os veré.
Tengo una herida y un hijo muerto. Sólo
su capa Jim me dejó. Era
mi dueño, y aunque l0 digan, Jim nunca
fue salteador.
Lo saben Rossy y la cocinera que en el
ajo estuvo en la ocasión:
Jim vuelve siempre. De madrugada su
canción canta a las muchachas
de negros ojos y dulce voz:
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no
Y es que el mozo de telégrafos está
enamorado, y no sabe qué hacer
para que la hija de la portera entienda
que no es muchacho del montón
Lo descubrí con la
frente apoyada en el escaparate...
Lo descubrí con la frente apoyada en el
escaparate
de la pastelería y en los ojos blancos,
increíbles, le reconocí:
Era Hitler y estuve a punto de
decírselo: te ves más viejo
desde la última vez. Pero me pareció tan
triste
que hice como si no le conociera.
|
Poemas Cristianos, Citas y
Relaciones para Cristianos
Sinfonía de la Naturaleza
Paleta
en las Manos de Dios
Poemas de Amor
|