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Soneto 32 - XXXII
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Si tú, les sobrevives, a mis alegres
días,
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cuando la avara Muerte, haga polvo mis huesos |
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y una vez más, por suerte, recorres con la vista |
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estas humildes líneas, de tu amante ya muerto. |
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Compáralas con otras más dignas de
ese tiempo
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y si son superadas, por otras tantas plumas, |
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guárdalas por mi amor, ya que no por su rima, |
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ganadas por la altura de seres más felices. |
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Dame entonces tan sólo un dulce
pensamiento:
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«Si tu Musa, mi amado, viviera en nuestros
días,
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hubieras engendrado amores más felices, |
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para marchar en filas de mejor equipaje. |
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Pero dado que has muerto y hay mejores
poetas,
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admiraré su estilo y a ti, tu gran amor.» |
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trad. Ramón García González
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